sábado, 1 de noviembre de 2008

La tranquilidad de un sábado por la mañana


(Foto: Wikipedia)

Después de levantarme a una hora prudente para ser sábado, desayunar un buen plato de cereales con chocolate y un café, me pongo delante del ordenador a repasar lo que dice la prensa. Leo sobre la crisis económica, el euríbor que baja pero lentamente, las elecciones en Estados Unidos… Y encuentro un titular que acaba de golpe con la tranquilidad matutina: “Asha, violada y lapidada. La joven acusada de adúltera y ejecutada por islamistas en Somalia tenía 14 años” Por el nombre de la muchacha suena a país islámico, e inmediatamente me viene a la mente el radicalismo de una parte de creyentes del Islam. Luego, al pulsar sobre el enlace, veo que es en Somalia (peor aún) y comienzo a leer la historia.

Nada nuevo que no se haya visto ya. Me acuerdo de las historias de Safiya Hussaini y de Amina Lawal, que finalmente fueron clementemente perdonadas por presiones internacionales y del gobierno de Nigeria. El artículo las menciona como ejemplo de las barbaridades que aún se cometen sobre las mujeres. Pero también en contraposición con el final que ha tenido Asha. No voy a explicar nada, mejor leer el artículo del El País. Solo decir que otra vez me viene a la cabeza un pensamiento: ¿Puede la religión utilizarse para decidir el futuro de las personas?¿Pueden ser respetadas aquellas personas (sobre todo hombres) que siguen radicalmente los dogmas de una religión que teóricamente busca el bien de hombres y mujeres?¿Porqué se utiliza el radicalismo religioso para defender intereses que no tienen nada que ver con la religión? No se trata de diferenciar entre distintas religiones, sino entre la adaptación de los dogmas a la realidad actual o su aplicación radical para defender determinados intereses profundamente repugnantes.


Asha: adolescente, violada y lapidada

La joven acusada de adúltera y ejecutada por islamistas en Somalia tenía 14 años

LALI CAMBRA - Ciudad del Cabo - 01/11/2008

Ni era una mujer, ni tenía 24 años, ni era una adúltera. Si hay un país en el mundo en el que lo malo se convierte en peor, ése es y desde hace décadas, Somalia. Y la historia de Asha Ibrahim Dhuhulow, la supuesta mujer de 24 años lapidada en público el pasado lunes en la ciudad portuaria de Kismayo, es sólo un reflejo. Porque no era mujer, sino casi niña. Asha no tenía 24, sino 14 años. No había cometido adulterio. Había sido violada por tres hombres del clan más poderoso de la ciudad. Ayudados por el tribunal islámico impuesto por las milicias integristas de Al Shabab, la muerte a pedradas de la menor sirvió para borrar todo rastro del crimen.
Somalia, inmersa en el caos entre un gobierno incapaz, señores de la guerra, islamistas radicales, ejército etíope, piratas, soldados de la fuerza de paz africana, (a sumar Estados Unidos, con esporádicos ataques aéreos), algunos enfrentados, todos armados, acumula víctimas. Asha, una más.

Asha no sólo murió víctima. Nació víctima ya. En el campo de refugiados de Hagardeer, en el sur de Kenia, en 1995, donde su familia tuvo que refugiarse tres años antes, huyendo desde Mogadiscio de los ataques contra su clan, el de los Galgale, una minoría en Somalia. Fue la última en nacer, la decimotercera de seis hermanos y seis hermanas, según explicó Ibrahim Dhuhulow, el padre de la niña, por teléfono.

Con la voz quebrada, Dhuhulow relató que Asha, que acudía a la escuela en el campo de refugiados, padecía epilepsia, por lo que la familia decidió enviarla con su abuela en Mogadiscio, donde podría recibir mejor atención médica. Kismayo estaba en su camino. Pero no contaban con la sempiterna guerra. En agosto, las milicias integristas de Al Shebab se hicieron con el control de la ciudad. Asha, "una niña muy dulce, muy humilde", se quedó atrapada en Kismayo, donde pudo sobrevivir estos dos meses gracias a los conocidos que había hecho en el camino. El dinero para llegar a Mogadiscio se le acababa, según decía a su padre por teléfono. La noche del sábado, tres hombres se le acercaron y la obligaron a acompañarlos a la playa, donde la violaron.

Bajo consejo paterno, ella acudió a los tribunales y denunció a sus violadores, que fueron arrestados. Y aquí se inicia, según declaraciones de Ibrahim Dhuhulow, la serie de desatinos que acabarían con la niña atada y enterrada hasta el cuello, lista para la ejecución.

Una hora antes de que la ejecutaran, Asha logró llamar a su padre. "Me dijo: 'Papá, soy tu hija, me van a matar, por favor, diles que me perdonen'. Le pregunté quién la iba a matar y por qué alguien iba a hacer algo así. Me dijo que el hombre a su lado no le permitía decirme las razones. Le pedí hablar con el hombre. Le pregunté: '¿Quién eres tú?, ¿por qué vas a matar a mi hija?'. Me contestó que no me podía responder a eso, 'pero que sepas que tu hija va a ser lapidada en una hora'. Me desmayé".


(Foto: El País)

De acuerdo con la reconstrucción que el padre y los conocidos de Asha en Kimbayo han podido ir haciendo de los hechos, los familiares de sus agresores la convencieron con buenas palabras para que acudiera al tribunal islámico, retirara su acusación y perdonara a los tres hombres. Le darían dinero y joyas. Ella accedió, pensando que podría llegar a Mogadiscio con el dinero. Mientras, los mismos familiares acusaron a Asha ante el Tribunal Islámico por extorsión. Cuando Asha, en su inocencia, retiró la denuncia, fue arrestada y acusada de adulterio, de mantener relaciones sexuales sin estar casada.

"No le preguntaron nada, no trataron de hablar con ella, ni siquiera la visitó un médico", asegura Hassan Shire Sheik, director del Proyecto de Defensa de los Derechos Humanos en el Este y en el Cuerno de África (EHAHRDP). "Se hacen llamar tribunales pero no tienen ningún conocimiento legal". Shire Sheik confirma las palabras del padre de Asha según las cuales la niña se quedó sin defensa alguna también por el carácter minoritario de su clan, que no posee armas. "Nadie de su clan estaba en la ciudad, nadie armado estaba a su favor". Sheik, impulsor de diversas asociaciones de defensa de los derechos humanos en Somalia -por lo que tuvo que huir de su país y refugiarse en Canadá y Uganda-, se sulfura al hablar del caso: "Ni cuando las Cortes Islámicas se hicieron con el control de Mogadiscio en 2006 vimos ejecuciones así. ¿Dónde está la ley? ¿Quién la defendió? ¿Cómo se mata a una niña de catorce años? Están locos".

Lo mismo debieron de pensar los testigos de la ejecución. Un millar de personas que se acercaron al estadio de fútbol de Kimbayo, a los que se les dijo que se iba a lapidar a una mujer de 34 años, prostituta, bígama, adúltera. Pero pudieron ver y oír a Asha antes de que le cubrieran la cabeza con un capuchón. Asha la niña protestaba su inocencia. Unos cuantos trataron de romper filas y acudir en su ayuda.

Los milicianos integristas abrieron fuego contra la multitud. Mataron a un niño. Otras seis personas resultaron heridas. Por ello, posteriormente, los islamistas se disculparon y aseguraron que buscarían a los responsables de los disparos. No por las piedras, transportadas hasta el estadio en un camión. Nadie más se atrevió a proteger a la pequeña. Cincuenta hombres rodearon a Asha, la cubrieron la cabeza en un capuchón sollozante, e iniciaron el lanzamiento de proyectiles.

Hasta tres veces tuvieron que interrumpir la ejecución para comprobar si la niña todavía vivía. "Mi niña iba a la escuela, mi niña iba a ver a su abuela, no sé qué tipo de ley permite matar a una niña de catorce años", se desespera Ibrahim Dhuhulow, que sabe que algunos testigos dicen que parecía que la niña tenía problemas mentales y le duele pensar que pudo haber tenido un ataque epiléptico sin ser asistida por nadie más que por sus verdugos.

No es el único que se desespera. El responsable de EHAHRDP recuerda que Al Shabab es un grupo calificado de terrorista por el gobierno de los Estados Unidos, con vínculos con Al Qaeda. Al Shabab (La Juventud) fue formado como reacción a la invasión del ejército etíope de Somalia en 2006 para, con el patrocinio de los Estados Unidos, acabar con la Unión de Cortes Islámicas que se habían hecho con el control de buena parte del sur del país y de su capital. El Islam practicado en Somalia ha sido siempre moderado, pero parece que eso se acaba. "Van camino de convertirse en talibanes, estamos asistiendo a una primera fase de la conversión de Al Shabab en talibanes", asegura Shire Sheik, que considera que la ejecución de Asha "es una muestra de lo que nos espera: asesinatos públicos a sangre fría y publicitados por todos los medios para dar ejemplo".
El defensor de los derechos humanos somalí considera que Asha sirvió no sólo para cubrir a los autores de la violación, "sino también para atemorizar a la población, a aquellos clanes que no tienen poder". Para Shire Sheik, "es necesaria una intervención internacional efectiva y poder salvar lo que nos queda de Somalia".

EHAHRDP publicó recientemente un informe sobre la violación de los derechos humanos en el país del Cuerno de África en el que se constata que el respeto por la vida de los ciudadanos en Somalia no es preocupación ni del gobierno que se apoya en el ejército somalí, ni de los grupos integristas islámicos que van, poco a poco, recuperando el terreno perdido. Se calcula que nueve de cada diez ciudadanos ha sido obligado a dejar sus casas en los dos últimos años. Un millón de personas ha sido desplazado por el conflicto bélico.

Amnistía Internacional, condenó ayer duramente la ejecución de Asha, cuya muerte "es otro caso de abuso de derechos cometidos por combatientes en el conflicto de Somalia, otro que demuestra la importancia de investigar y documentar dichos abusos a través de una Comisión Internacional de Investigación".

Ibrahim Dhuhulow tiene a sus hijas enfermas por el dolor. Su suegro, su cuñado y dos de sus hermanos fueron asesinados por clanes rivales. A él le hirieron y, herido, huyó de Somalia. Ahora, sólo recuerda una y otra vez las últimas palabras de Asha a punto de ser asesinada.

Una práctica que no menciona el Corán

No es, curiosamente, en el Corán donde se incluye a la lapidación como castigo. No hay ni una sola palabra sobre ello. Sí se recoge en la Biblia, en el Deuteronomio, heredada de la tradición judía y reservada, entre otra, a las adúlteras. "Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra", son palabras atribuidas a Jesús de Nazaret, ante el caso de una mujer adúltera a la que se quiere lapidar. Y es que los que tiraban la primera piedra eran los acusadores. Si se descubría -tarde- que el condenado era inocente, podían entonces culpar a los acusadores no sólo de perjurio, sino también de asesinato.

Una práctica, la lapidación, rechazada por muchos musulmanes que recuerdan que se instituyó pocas décadas después de la muerte del profeta Mahoma, por el segundo califa del Islam, cuando la propagación del Hadith (tradición oral que narraba las gestas del profeta) fue sancionada por el Estado.

"Se benefician de ello los líderes políticos que bajo las leyes del Hadith tienen carta blanca para operar fuera de las reglas y leyes del Corán", explica Layth Al-Shaiban, portavoz de Musulmanes Progresistas, una organización con sedes en Estados Unidos, Oriente Medio y el Reino Unido. Para Al-Shaiban, seguir las leyes no escritas en el Corán "oprime a todos los seres humanos, no sólo a las mujeres" y considera que "aquellos Estados que se adhieran al Hadith, que en muchos casos contradicen al Corán, acabarán suscribiendo y cometiendo crímenes bárbaros en nombre de una ley falsa".

En África no son muchos los países en los que se practica. En Somalia, hasta el caso de Asha era inexistente. Sudán la incluye en su legislación, así como los estados del norte de Nigeria, donde la práctica de la Sharia entra en conflicto con el sistema legal del país federal. El Islam practicado en el norte de Nigeria viene patrocinado desde Arabia Saudí.


(Foto: Safiya Hussaini, El País)

Ahí se han producido algunas de las condenas más famosas, como la de Safiya Hussaini, condenada a morir lapidada por adulterio en 2001. Pero Nigeria, a pesar de la fuerza del islamismo en el norte, fue sensible a las presiones internacionales y a las del Gobierno central, que lucha por ganar una imagen de control y respetabilidad. Al final, ni Safiya ni Amina Lawal, otra famosa víctima de la estricta aplicación de la Sharia, fueron lapidadas.

Irak practicaba esta forma de castigo, al igual que Irán. Este último suspendió los apedreamientos a muerte el pasado mes de agosto, después de que en 2002 decidiera aplicar una moratoria. Fue en Irán donde se recomendó que la piedra utilizada en las lapidaciones "no fuera demasiado grande como para matar inmediatamente, ni demasiado pequeña como para no considerarse piedra". Pakistán la sigue incluyendo en su código penal, aunque no se han documentado casos recientes. Los Emiratos Árabes y Arabia Saudí la siguen contemplando en su jurisprudencia.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Ostras!!! Me acaba de pasar algo extraño. Hace dos minutos te dejaba un comentario sobre lo ocurrido en Bosnia aquel año (1997), por situar fue cuando ETA secuestró y asesinó a Miguel Angel Blanco, que nos pilló en el Euroclub y nos decían que había estallado una guerra en España ¿Te acuerdas?... Y entonces se ha colgado y ahora lo vuelvo a escribir todo. El documental lo dieron en el 33 y se denominaba "Vukovar en el recuerdo" o algo parecido. la nacionalidad era francesa.
De nuevo saludos y espero que esta vez no se desconcte.
òscar

Anónimo dijo...

te comento tu noticia, aunque me da mucha repulsión y por eso te la voy a comparar con el repartimiento de ostias y otros tortazos este fin de semana en una iglesia de jerusalem, donde coincidieron a la misma hora sacerdotes ortodoxos y griegos y se pelearon por quien le tocaba hacer el acto sacramental. Una vergüenza como casi siempre ha sido la iglesia. me dejaron sin palabras y sin entender nada de lo que ocurría. Lo mismo me sucedió con tu artículo cuando lo leí, me dejo sin palabras, sin saber que poner ni que articular. son escenas que con el silencio ya está, más vale no decir nada más, ya que la noticia por si solalo dice todo.
el mundo no es nada y nada es el mundo.
Òscar

maginelmago dijo...

Tú lo has dicho: "más de lo mismo"
Evidentemente hay que contar con la importancia de la publicidad política: matar a alguien es una demostración de que el poder de los que matan ha llegado allí. Y los islamistas de Somalia parece que llevan unos meses recuperando el poder que habían perdido frente al Ejército de Etiopía.

Ahí no hay ni ataques preventivos ni nada por parte "de la comunidad internacional" (Estados Unidos y sus lacayos)... que sí que están muy interesados en que los piratas somalíes no ataquen a petroleros, pescanovas esquilmadores y yates de lujo.

Por cierto, entré en http://tradcbm.com/labitxa/index.php?option=com_frontpage&Itemid=1
y estaba bien eso de colocar noticias en catalán, castellano y referentes a Catalunya y Andalucía, como señalando cuatro realidades sociales y culturales en las que te desenvuelves (la uni me sirvió para hacer estas frases tan monas ).

El estilo de colocar la noticia exactamente y luego comentarla (por alguien documentado).

La libertad política implica la libertad de expresar la opinión política que uno tenga, oralmente o por escrito, y un respeto tolerante hacia cualquier otra opinión individual. Albert Einstein


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